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Biografía

  Nací en España en los difíciles años de la postguerra, mi patria temblaba todavía sacudida por los dolorosos recuerdos de la contienda.
Tengo que decir que una de mis imágenes inolvidables de mi niñez era la lluvia, la silenciosa lluvia de los bosques gallegos. Todavía me entra por las narices y me llegua hasta el alma el aroma salvaje del bosque mojado, era un mundo distinto, parecía una nación de pájaros en aquella muchedumbre de ramas y de hojas, cada uno de los árboles tenía un estilo diferente, como si hubieran sido recortados por la tijera de un geniecillo del bosque.

  De aquellas tierras como por casualidad salí yo, de aquel silencio, de aquel barro, de allí he salido un día caminando hacia Castilla y más tarde hacia el mundo. (Con razón decía de mí Santiago Amón, que yo era un gallego puesto a secar al sol de Castilla).

  Cursé mis estudios en los Hermanos Maristas y asistía por las noches a la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Palencia, dirigida entonces por D. Mariano Timón y D. Germán Calvo. Por recomendación de éste último ingresé en el año 1956 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid.

  He realizado cientos de exposiciones; he tenido premios de dibujo y de pintura; poseo una amplia bibliografía y he presentado cientos de metros de murales en fábricas, hoteles o instituciones. Todo ello no lo detallo, pues supongo que tanto trabajo no será por méritos, sino porque soy viejo. Yo suelo decir que el auténtico currículum de un pintor es su propia obra y que los apláusos y medallas son solamente préstamos que nos hacen los demás.

  El verdadero objetivo de la vida no puede estar en algo tan pasajero como la opinión ajena (por esto Palencia no pido tu opinión aunque sí puedo encajar tu crítica). El éxito en su falso parecido con el mérito confunde a los hombres y en mi opinión no es difícil conseguir éxitos, sino que lo difícil es merecerlos.

"El auténtico currículum de un pintor es su propia obra". (Fernando Escobar)

  He perdido el interés por el triunfo porque veo y me temo que es llegado el momento de los mediocres, ya que cualquiera puede ver que ha recibido los más fuertes apláusos por sus acciones más débiles y, en cambio, sus frutos maduros pasan a menudo inadvertidos. La verdad es que estar "fuera" es tan inútil o tan importante como estar "dentro", pero a esta conclusión se llega sólo con la madurez... y aún es más, creo que la más valiosa condición que un hombre debe tener es el coraje para saber fracasar.

  Nos movemos en el tiempo como dentro del agua, un agua que nos gasta, cuando salimos de ella somos mejores o peores, pero ya no somos los mismos, a ese desgaste yo le llamo la vida que no es otra cosa que olvidar o sustituir o mirar hacia otro lado o avanzar a codazos o cambiar de sitio... es decir, morirnos poco a poco.

  Volvemos a un paisaje donde fuimos un momento felices, y volvemos para recordar, y allí está todo... El ventanal, los árboles, la escarcha, las laderas y las viejas casas, pero buscamos lo que fuimos o buscamos los amigos y ya no acuden a la cita... Ya no están, todo es igual y todo es diferente, todo en nosotros es irrepetible.
  Por esto, Palencia, a tí te veo como a la vida, te odio y te amo, pero te necesito. Tú encierras la sonrisa que me alentó de niño y el corazón se me queda enredado a menudo en tus cosas "pequeñas" de vieja ciudad provinciana. Si cierro ahora los ojos ¿que queda de mi infancia? Nada recuerdo de las materias escolares, he olvidado los verbos regulares y los ríos de Europa, nada recuerdo de los quebrados... pero no he olvidado ni uno de los rostros que me quisieron, porque ellos me enseñaron a ser feliz. Veo todavía la palmatoria que una noche de apagón alumbraba apenas mis pies descalzos de niño a lo largo e un pasillo interminable... que ahora sé era la vida.

  Aquí está mi obra y mi trabajo, podéis juzgarlo como un día hombres y mujeres ajenos juzgarán la vuestra. Os conocerán y os desconocerán, pero ésto y no otra cosa, es vivir y hacerse cargo de la vida.

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